El Pentágono gasta 1.000 millones de dólares al año en el desarrollo de armas láser, pero aún queda mucho camino por recorrer
El Departamento de Defensa estadounidense invierte 1.000 millones de dólares anuales en el desarrollo de armas de microondas y láser. Sin embargo, las autoridades estadounidenses temen que la financiación no dé los resultados deseados.
Esto es lo que sabemos
Según la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno, el ejército estadounidense tiene problemas para desarrollar armas selectivas. La agencia federal afirma que necesitan consolidar sus esfuerzos para evitar que el desarrollo caiga en el llamado "valle de la muerte", cuando se realizan inversiones y aún no se obtienen resultados.
Las Fuerzas Aéreas, la Marina y el Ejército de EE.UU. están trabajando en diferentes tipos de armas de acción dirigida. Los proyectos más conocidos son los láseres de alta energía (HEL) y las microondas de alta potencia (HPM). El primero es capaz de destruir misiles y drones con un láser, mientras que el segundo puede derribar varios drones simultáneamente.
Se espera que los HEL y HPM tengan un inventario ilimitado y sean menos costosos de operar que las armas convencionales. Por ejemplo, un interceptor para destruir un misil balístico intercontinental con cabeza nuclear cuesta 111 millones de dólares.
Cada desarrollo tiene sus propias desventajas. Los HEL y los HPM son difíciles de utilizar durante largos periodos de tiempo. En cuanto a las armas láser, su precisión disminuye drásticamente en la niebla. En cuanto al HPM, debido a su novedad, los militares aún no han desarrollado planes para manejarlo. Es posible que las armas de microondas alcancen indiscriminadamente objetivos enemigos, así como objetos civiles o fuerzas aliadas en combate. Además, nadie está seguro de los efectos a largo plazo de las microondas en los seres humanos.
En conclusión, los ejércitos de todo el mundo llevan décadas trabajando en armas de energía dirigida de una forma u otra. Los programas estadounidenses actuales tienen sus raíces en la Iniciativa de Defensa Estratégica de Ronald Raegan. El plan del cuadragésimo presidente estadounidense se llamaba Guerra de las Galaxias e implicaba el despliegue de armas de energía en satélites. Como vemos, fracasó.
Pero no está muy claro por qué debería haber armas en el espacio, si su destrucción daría lugar a una gran cantidad de desechos, que podrían dañar tanto a "sus" naves espaciales como a las "alienígenas". Más aún, todos los países que pueden permitirse trabajar en un proyecto de este tipo disponen de misiles balísticos intercontinentales que pueden llegar a cualquier parte del mundo.