La revisión de los Samsung Galaxy Buds3 Pro me planteó un problema interesante: por un lado, cambios radicales de diseño que abandonan literalmente la herencia anterior y las ventajas de miniaturización a las que están acostumbrados los consumidores de Samsung. Por otro lado, la única novedad técnica, con respecto al modelo anterior Buds2 Pro, es el reconocimiento del sonido de la sirena mediante el entrenamiento de redes neuronales (que el marketing suele denominar IA para facilitar su comprensión). Sin embargo, tras dos semanas de uso, mis primeras impresiones sobre los Buds3 Pro no han cambiado en absoluto: se trata de unos modernos auriculares TWS compatibles con Hi-Res Audio y con funciones útiles para el usuario (por ejemplo, bajan el volumen cuando empiezas a hablar -esto ya estaba en los Buds2 Pro) con un diseño fundamentalmente nuevo que, en primer lugar, es muy similar al de los auriculares insignia de Apple y, en segundo lugar, gracias al uso de retroiluminación, ofrece funciones inherentes a los productos para juegos. Todavía no he recibido respuesta a la sencilla pregunta "¿por qué Samsung ha hecho esto?", aunque esto no significa que no exista. Porque un cambio radical en el lenguaje de diseño, por un lado, puede alejar a un público fiel y, por otro, atraer a uno nuevo (y quizá incluso mayor).